La fotografía de calle es una actividad (y una terapia😜) perfecta para practicarla en solitario. Agarras tu cámara, empiezas a caminar y entras en un estado mental con el que te percatas de detalles que de normal no se ven. Pero resulta que, al igual que tú, hay cientos de miles de personas haciendo lo mismo por el mundo, cada una con su cámara, y el destino está deseando que nos reunamos en lugares comunes. Estos lugares pueden existir físicamente o en Internet y son un entorno perfecto para que afloren nuestras diferencias y nuestros egos. Creada la comunidad, creado el problema.
Esto no es algo único a la fotografía de calle, sino que ocurre en cualquier ambiente en el que participen seres humanos. Nos sentimos orgullosos de ser lo suficientemente sociables como para interactuar en comunidades. Pero al final, una vez dentro, buscamos formas de dividirnos y crear un ambiente hostil de “todos contra todos”. Esto me lleva a reflexionar sobre qué valor tiene formar parte de grupos online y comunidades. Algo he aprendido, está claro, pero hoy quiero hablar de todo aquello que haría desaparecer. Si haces foto de calle o, fotografía en general, seguramente ya te habrás percatado de alguno de los puntos que voy a tratar.
Fotografía de calle y el fanatismo por las marcas
El problema: Qué voy a contar que no sepas ya a estas alturas. ¿Has entrado en algún foro de fotografía? ¿En alguna publicación de Instagram sobre una cámara que va a salir al mercado próximamente? Hasta puedes escuchar los cantos de guerra de esos fanáticos afines a una marca. Parte de este fanatismo viene dado como forma de justificar la compra de su cámara. <<No me he equivocado, esta es la cámara perfecta, es la marca perfecta>>. A partir de ahora toca defenderla a capa y espada. Pasamos de la afición al tribalismo.
En la foto de calle tenemos tres fabricantes que siempre están en boca de todos: Ricoh, Leica y Fujifilm. Es un fuego cruzado. Hay usuarios de estas marcas que están constantemente guerreando online entre sí por convencer a los demás de cuál es la mejor. El problema se agrava cuando surgen youtubers controlados por una compañía (Ricoh es experta en esto) que a su vez controlan a su audiencia para que adoren a su marca y se burlen de las demás. Pero en realidad, como dije arriba, es algo personal. Es una forma de justificar su compra y de hacer ver al otro que su marca de cámara es inferior y que cometió un error comprándola. Esto distrae de lo verdadera importante, las fotos. Se está dejando de hablar de fotografía y la conversación se centra en el equipo con el que se hicieron. Error.
¿Cómo escapar del fanatismo por las marcas?
Desde hace años, cualquier cámara que sale al mercado es un portento. Además, hay tantos modelos que cada vez cuesta menos encontrar una que se adapte a lo que buscamos. Es así de fácil. ¿Qué más da la cámara o marca que elijan los demás? Decántate por la cámara y la focal que haga lo que necesitas y para ello tengo una pequeña guía. Si alguien te insiste en que te has equivocado al comprar tu cámara es porque se siente inseguro de que tú hayas elegido una cámara diferente a la suya.
Por supuesto que yo también tengo mis preferencias pero no por ello voy a despreciar a quien use otras marcas. Uso telemétricas de Leica porque son las que más rápido me permiten preenfocar y saber todo lo que tengo a foco sin tener ni que mirar la cámara. El visor es grande y limpio y el disparador reacciona sin retardo o lag. También uso Fujifilm x100v porque es pequeña y ligera y, al mismo tiempo, su pantalla abatible me permite disparar desde ángulos que mis otras cámaras, no. Eso de crear perfiles o “simulaciones de película”, como lo llama la propia Fujifilm, me encanta. Es un vicio. También uso una Ricoh GR porque es tan diminuta que la llevo conmigo sin que me estorbe y la calidad de su lente fija es inmejorable. Todas son igualmente buenas en lo suyo. ¡Todas bienvenidas!
El elitismo del Film VS Digital
El problema: Al igual que ocurre con la guerra de marcas, en los últimos años hay una batalla aún más surrealista, la protagonizada por los que disparan con película y los que disparan en digital. Suena ridículo por sí solo pero lo es más aún cuando sabes quién está detrás de todo esto. La cantidad de jóvenes que han formateado su pasado digital y se han revelado en analógico ha aumentado considerablemente estos últimos años. Jóvenes que nacieron cuando las cámaras digitales ya dominaban el mercado y que nunca antes habían cargado un rollo en una cámara, ahora defienden a cuchillo la film photography. Por supuesto, con el término anglosajón.
No he notado que haya paridad en los ataques, pero lo mismo es que no me he adentrado lo suficiente en las trincheras. Quiero decir, casi siempre es el sector elitista analógico el que ataca a la fotografía digital. Pocas veces las flechas vuelan en sentido contrario. Este elitismo es el que los lleva a buscar diferenciarse de otros fotógrafos que no usan cámaras de carrete. Hashtags en Instagram (#Ishootfilm, #shootfilmnotdigital), pegatinas, camisetas, banners… El caso es anunciar que “disparamos film” constantemente como si fuéramos un aeropuerto. Todo sirve para dejar claro que tú no sólo no formas parte de la fotografía digital, sino que la desprecias. Es más, en mi entorno hay quienes nunca visitan exposiciones de fotos si éstas no se han hecho con carrete o que ni siquiera dan like a fotos digitales. Surrealista. Les importa más el medio que el resultado.
Discusiones que no llevan a nada
Recuerdo que hace poco leí una entrevista a un joven que acababa de publicar un libro de fotografías. Este chico tiene un canal de Youtube orientado no a la fotografía, sino a la fotografía con carrete… ok. Una de las preguntas de la entrevista era que si todas las fotos del libro estaban tomadas con película. Él contestó que un par de ellas eran digitales pero, prometía que el resto era con película. Me parece increíble que tenga que justificarse ante el uso de una cámara digital para crear SU trabajo. Me temo que si hubiera fotografiado todo en digital, su libro no hubiera tenido la misma repercusión. Entonces, ¿realmente qué es lo que se busca? ¿Que el fotógrafo haga buenas fotos o que estas estén disparadas con película? Y todo por sentirse parte de una moda.
Para empezar, es irrelevante diferenciar la fotografía química de la digital cuando lo que importa es lo que creamos con una cámara y nuestro ojo. Al igual que nos parece una tontería decir eso de “¡Qué buena foto!, ¿qué cámara usaste para tomar esta foto?”, también debería serlo decir “¡Qué buena foto! ¿la hiciste con película o digital? La fotografía es fotografía y cuando empezamos en esto, nos enamoramos del proceso de conseguir fotos, del resultado. Alguien puede sentirse atraído por el proceso de mezclar químicos y ver su foto nacer en papel, o llevarlas a un laboratorio, mientras que otros lo hacen en digital. Yo hago ambas y no me produce alergias. Discriminar a unos u otros es un sinsentido. No necesitamos crear este tipo de divisiones porque, de nuevo, nos alejan del discurso realmente importante, la foto.
Fotografía de calle y redes sociales (giramos en torno a ellas y no lo admitimos)
El problema: Las redes sociales o resumiendo, Instagram, no son el problema en sí. El problema es el uso que se le dan y lo que dejamos que influyan en nuestra fotografía. Si se sale de madre, hay quienes cesan su actividad fotográfica por no haber alcanzado el éxito que Internet le prometió. Su autoestima se viene abajo. Otras veces ocurre que, cuando sus fotos no llegan a todo el público al que creían que llegarían, tienden a echarle la culpa a Instagram o al algoritmo que esté implementado en ese momento.
Lo peor de esto es que no lo admitimos y cuanto más está uno pendiente de sus estadísticas, más anuncia públicamente que no lo está. Tengo como ejemplo a un usuario al que sigo desde hace años. Cada semana o dos semanas publica en las stories una captura de pantalla de sus estadísticas y se queja de que sus fotos cada vez llegan a menos gente. Es algo que hace constantemente. ¡Y no está mal que lo haga! Lo que rechina es que termine diciendo en su idioma <<Pero en realidad a mí no me importan las estadísticas>>. Bueno, si no le importasen, no estaría tan pendiente de las estadísticas y tampoco se esforzaría tanto en convencer a sus seguidores de que no le importan.
¿Cómo dejar de preocuparse por las redes sociales?
Las redes sociales, bien utilizadas, pueden servir como trampolín para que nuestras fotos lleguen a las personas adecuadas y esto derive en oportunidades de mostrarlas fuera de Internet. Otro punto a favor de Instagram es que es excelente para encontrar a fotógrafos de calle que de ningún modo podríamos dar con ellos. Eso de entrar en Instagram y ver el story de un amigo diciendo que habrá una exhibición de Issei Suda en Tokio, no tiene precio. Si no fuera por su publicación, no me hubiera enterado. Él a su vez se enteró gracias a otro miembro de la comunidad… y así es como reforzamos nuestros lazos. Es una fuente de información infinita y gratis. Mejor usarla así que como plataforma para hacerse famoso.
Si lo ves de este modo, tu cabeza descansará. Un número alto de seguidores y likes no indican que tus fotos sean buenas. Indican que eres una persona interesante, graciosa, que compartes información útil, o que es fácil para las personas sentir afinidad por ti. Por contra, hay usuarios con pocos likes y con fotografías tremendas pero que nunca dan la cara, no son likeables ni generan engagement o no están en contacto con sus seguidores. Reciben likes esporádicos pero no tienen personas que les sigan constantemente y se queden con ellos durante mucho tiempo. Esto de las redes sociales es muy complejo, se me escapa pero, lo que tengo claro es que no dictaminan tu talento en la fotografía.
Individualismo y egoísmo en la fotografía de calle
El problema: Pese a que formamos parte de comunidades en las que practicamos algo común, no nos ayudamos unos a otros tanto como deberíamos. Hay usuarios altruistas que eligen compartir su conocimiento con los demás, responder dudas y ayudar a los recién iniciados. Sin embargo, otros prefieren guardar sus secretos fotográficos y no desvelan cómo procesaron en Lightroom esa foto que tanto gusta o dónde compran tan barato los productos de revelado. Con una actitud tan individualista y egoísta, da la impresión de que no quieren que los demás aprendan. Quieren guardar el conocimiento para ellos.
Esto empeora cuando ponen a la venta en Internet productos y servicios como presets o filtros de Lightroom prometiendo que tus fotos quedarán iguales que las suyas. Sin embargo, esos presets no lo son todo, sino que sirven sólo como base. El procesado real de sus fotos nunca lo desvelan… ni aunque hayas pagado por ello. Tras este comportamiento se esconden inseguridades y ego. Tienen miedo de ser superados, sobre todo por alguien que lleva menos tiempo que ellos en fotografía.
¿Cómo corregir este comportamiento?
Es muy simple. Por mucho que ayudes a los demás, nadie va a adquirir tu ojo fotográfico, ni tus ideas. Eso es difícil de transferir porque la sensibilidad que cada individuo tiene viene dada, en gran parte, por sus experiencias en la vida. Si me dieras todo tu conocimiento, yo puedo imitar una foto que ya has hecho, pero no puedo anticiparme y hacer la siguiente foto que tú harías hasta que no la hayas hecho, y entonces copiártela. Y así siempre. Por mucho que me enseñes tus secretos, no puedo ponerlos en práctica tal y como lo haces tú. Mis fotos nunca podrán ser las tuyas.
¿Te molestan también estos aspectos de la comunidad o te habías percatado de ellos? Cuenta por aquí también si te gustaría cambiar alguna otra cosa. Y quien tenga algo más que decir, que lo haga ahora o Calle Para Siempre.
Si te ha servido de ayuda y quieres apoyar este proyecto, puedes visitar mi página en Ko-Fi o
Damian
Observaciones muy interesantes!
Neko
Me parece muy acertado todo en éste artículo. Y no solo en fotografía, sino en casi todo lo que nos relaciona.
Juanma Marcos
“Dejad que los fanáticos salten a la arena y se devoren entre ellos, mientras los espíritus puros de mirada limpia, observan la masacre desde su jardín zen. Probablemente, sacándoles algunas buenas fotos.”
No, ahora en serio, me ha quedado muy de postureo de Instagram pero, lo que quiero decir, es que es muy difícil desintoxicar a quien ya lleva ese veneno corriendo por sus venas. Es como cuando te metes en una pelea a separar a dos que están en modo “energúmeno” y te acabas llevando un sopapo.
Dicho esto, me parece muy importante que hables de estas cosas para alertar a quienes están empezando, para que no se dejen arrastrar a esos oscuros callejones y comprendan que el mundo de la fotografía es algo maravilloso que, en muchos aspectos, no se parece en nada a lo que nos muestra internet.
Saludos Ernesto, ¡buen artículo!
(No dejes morir a Tengu, porfa)
@eneasol
Buen articulo Ernesto!!.. El humano a veces es muy egoísta y no aprende de sus errores.
Lo cierto es que la fotografía debería solo un esparcimiento. Vivirlo y disfrutarlo. También lo puedes compartir, con una solo idea de mostrar lo que te gusta, ver gente que le gusta lo mismo y compartir ideas, sin buscar mas que disfrutar lo que vives con la fotografía. Al menos es mi punta de vista con el poco tiempo que llevo.
Un abrazo
Antonio
Un artículo muy interesante y con verdades como puños.
Un abrazo
Manuel Gasco Matito
Gracias por estas reflexiones Ernesto. En el mundo del arte y el ego de los artistas hemos entrado. Pasando por la polaridad social actual tan marcada y la esclavitud de los algoritmos y la viralidad de las redes. Uff…Te puedo decir que me muevo en otros campos y es lo mismo, esto vale, esto no. Analogico contra digital, vinilo frente a casette y mil enfrentamientos absurdos mas. Yo ya estoy saturado de todo esto, lo que me llena y satisface es el trabajo diario y la satisfaccion personal y solitaria (en el 99% de los casos) de ir consiguiendo mis objetivos (aunque no sean ninguna maravilla, jua, jua…). Que paz y tranquilidad. Gracias por recordarme la satisfaccion que sentia cuando me perdia por algun pueblo o ciudad a hacer fotos sin ningun objetivo definido. Un abrazo !!
Miguel
La fotografía es el arte de mostrar, de desvelar, de enseñar y por tanto el arte de esconderse, de ocultarse y de guardar secretos. Sin secretos no hay descubrimiento. Fotografiar es jugar al escondite y sucede por algo tan sencillo como observar el mundo a través de una mirilla; algo tan simple como eso cambia por completo tu perspectiva. Jugar con el enigma y perseverar en el artificio es lo que da fuerza a una obra, independientemente de la suerte que corra.
Quizá por ese motivo en el mundo de fotografía la gente no es clara sino que serpentea sobre sus objetivos, dando vueltas sobre sí misma. Si a ello le sumas la anulación de todo pensamiento -“una imagen vale más que mil palabras”, ¿verdad?- creas una tierra hostil donde solo crece la mala hierva: competitividad, individualismo, envidia, oportunismo, autoritarismo, estanquidad…
Yo no creo en las comunidades de este tipo, para mi son sectas. O supongo que tengo tanto ego y me quiero tanto que no me sirven las palmaditas en la espalda de personas a las que considero interesadas, deshonestas, malintencionadas o sencillamente desleales.
En la fotografía de calle se produce esto, funcionan como sectas. Hay más interés en la influencia que en la magia. El mundo hoy ha perdido su enigma, no cree en la posibilidad de ninguna verdad oculta, en ningún misterio, no hay nada por descubrir.
Y dada la coyuntura por la que atraviesa la fotografía solo la fe en ti mismo te hace seguir adelante a pesar de todo.
Miguel
La fotografía es el arte de mostrar, de desvelar, de enseñar y por tanto el arte de esconderse, de ocultarse y de guardar secretos. Sin secretos no hay descubrimiento. Fotografiar es jugar al escondite y sucede por algo tan sencillo como observar el mundo a través de una mirilla; algo tan simple como eso cambia por completo tu perspectiva. Jugar con el enigma y perseverar en el artificio es lo que da fuerza a una obra, independientemente de la suerte que corra.
Quizá por ese motivo en el mundo de fotografía la gente no es clara sino que serpentea sobre sus objetivos, dando vueltas sobre sí misma. Si a ello le sumas la anulación de todo pensamiento -“una imagen vale más que mil palabras”, ¿verdad?- creas una tierra hostil donde solo crece la mala hierva: competitividad, individualismo, envidia, oportunismo, autoritarismo, estanquidad…
Yo no creo en las comunidades de este tipo, para mi son sectas. O supongo que tengo tanto ego y me quiero tanto que no me sirven las palmaditas en la espalda de personas a las que considero interesadas, deshonestas, malintencionadas o sencillamente desleales.
En la fotografía de calle se produce esto, funcionan como sectas. Hay más interés en la influencia que en la magia. El mundo hoy ha perdido su enigma, no cree en la posibilidad de ninguna verdad oculta, en ningún misterio, no hay nada por descubrir.
Y dada la coyuntura por la que atraviesa la fotografía solo la fe en ti mismo te hace seguir adelante a pesar de todo.